Significado del Apellido Cueva

Monica Yarleque Rivera

Por: | Lima , Perú | 33 años | Mujer
Publicado el
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¿Qué es el apellido?

El apellido es el nombre antroponímico de la familia con que se distingue a las personas.

¿Qué significado tiene el apellido Cueva?

Origen:De origen castellano.Descripción del Escudo de Armas:Escudo mantelado, 1º y 2º de oro, un palo de gules; el mantel de plata, con un dragón de sinople naciente con llamas de su color. Bordura de gules, cargada con ocho aspas de oro.

La familia Cueva o de la Cueva, de remoto origen, es una de las más ilustres de España. Ya en mediados del siglo XII florecían caballeros de este linaje, que fueron Señores de Molina. También tomaron parte en la lucha contra los moros en Andalucía y figuraron entre los ganadores de Baeza (Jaén) en 1227.

Originarios primitivamente de Navarra, la leyenda de la familia, que recuerda sus armas, supone que el progenitor de los Cueva fue un caballero llamado Beltrán, que en las montañas de Sobrarbe, en tiempos de su primera restauración, venció y mató a una sierpe en la boca de la cueva, de lo que le vino el apellido; pero esa leyenda no pasa de los límites de la fábula y sólo la recogemos a título de curiosidad.

Lo más cierto es que en la raya de la Merindad de Castilla la Vieja poblaron los de este linaje en el lugar de la Cueva, del valle de Manzanedo y provincia de Burgos, cuyo nombre tomaron por apellido y en el que radicó su primitivo solar.

Otra casa radicó en el lugar de Menamayor, del valle de Mena (Burgos), y en Medina del Campo (Valladolid).

En Asturias tuvo casa solar en la parroquia de Lada, del Concejo de Langreo.

En Cantabria tuvieron casas solares en la provincia de Liébana y en el lugar de Queveda, del municipio de Santillana del Mar, y en la villa de Selaya, del valle de Carriedo.

En Galicia tuvo casa solar del lugar de Piedrafita, de la feligresía de Parada y del valle de Miñor (Pontevedra).

En Aragón tuvo casas solares en Estercuel, en Cañizar del Olivar, en Ejulve, en Crivillén, en Castel de Cabra, en Palomar de Arroyos, en Montalbán (todo en Teruel), en Ibdes (Zaragoza), en Sariñena y en Lagunarrota (ambas en Huesca), documentadas en la Fogueración aragonesa de 1495.

Pasaron a Chile, Ecuador, Estados Unidos, Filipinas, Honduras, México, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, El Salvador y Venezuela.

Armas:
Escudo mantelado: 1º y 2º, en campo de oro, un palo de gules, y 3º, en campo de plata, un dragón de sinople.

Escudo mantelado: 1º y 2º, en campo de oro, un palo de gules, y 3º, en campo de plata, un dragón de sinople. Bordura de gules, con ocho sotueres de oro.

Escudo mantelado: 1º y 2º en campo de oro, un palo de gules, y 3º, en campo de plata, un dragón de sinople. Bordura de gules con ocho sotueres de oro, alternados con los escusones de Mendoza; cuartelados en sotuer de sinople y oro.

Escudo mantelado: 1º y 2º en campo de oro, un palo de gules, y 3º, en campo de plata, un dragón de sinople. Bordura de gules con siete sotueres de oro, alternados con los escusones de Mendoza; cuartelados en sotuer de sinople y oro.

Escudo mantelado: 1º, en campo de azur, tres flores de lis de oro, bien ordenadas; 2º, en campo de oro, dos palos de gules, y 3º, en campo de sinople, un dragón de oro, linguado de gules. Bordura de gules con ocho sotueres de oro, alternados con los escusones de Mendoza; cuartelados en sotuer de sinople y oro.

En campo de azur, un león, de oro, resaltado de una faja, de gules.

Un león sacando medio cuerpo de una cueva, boca y uñas de gules.

En campo de plata, dos caras, de moro, sangrantes, de su color.

Escudo mantelado: 1º y 2º, de oro, con un palo de gules, y 3º, de plata, con un dragón de sinople que sale de una cueva. Bordura de gules, con ocho sotueres de oro.

Escudo mantelado: 1º, en campo de azur, tres flores de lis de oro, bien ordenadas; 2º, en campo de oro, dos palos de gules, y 3º, o mantel, de plata, con el dragón de sinople.

Escudo mantelado: 1º, en campo de azur, tres flores de lis de oro, bien ordenadas; 2º, en campo de oro, dos palos de gules, y 3º, o mantel, de plata, con el dragón de sinople. Bordura de gules con ocho aspas de oro. Estas mismas armas usaban los de Ubeda.

Escudo mantelado: 1º, en campo de azur, tres flores de lis de oro, bien ordenadas; 2º, en campo de oro, dos palos de gules, y 3º, o mantel, de plata con una boca de cueva, saliendo de ella un dragón fiero de sinople echando llamas por la boca, y medio salido, sin la bordura.

Escudo mantelado: 1º, en campo de azur, tres flores de lis de oro, mal ordenadas; 2º, en campo de oro, cuatro bastones de gules, y 3º, en campo de sinople, un dragón de oro saliendo de una cueva oscura.

Escudo mantelado: 1º y 2º, en campo de oro, dos palos de gules, y 3º, o manteladura, de azur, un dragón de oro, linguado de gules. Bordura de gules con ocho sotueres de oro.

En campo de plata, y en el medio de él una lisonja de gules cargada de un castillo de oro; y en los cuatro ángulos, leones rampantes de púrpura (otros de gules).

Escudo mantelado: 1º, tres flores de lis, mal ordenadas; 2º, tres palos, y 3º, o manteladura, una cueva y un dragón que saca la cabeza por ella.

Tres palos que apoyan en una ojiva o boca de cueva por la que asoma un dragón.

Su origen, historia y hechos
Según López de Haro, en su “Nobiliario Genealógico”, el antiguo solar de esta familia fue en Castilla la Vieja, en la merindad de Campoo. Pero añade el citado tratadista, la más conocida de sus líneas, la más calificada y principal, fue indudablemente la que se estableció en Ubeda, cuando esta ciudad fue ganada a los moros de cuya línea procedió el famoso Beltrán de la Cueva, primer Duque de Alburquerque.

“Fue -dice López de Haro- uno de los más privados caballeros que tuvo el serenísimo rey don Enrique IV, y el que más secretos supo de su pecho. Don Beltrán de la Cueva, hijo de Diego Fernández de la Cueva, vizconde de Huelma, y de la Vizcondesa doña Mayor Alonso de Mercado, su mujer, vecinos y naturales de la ciudad de Ubeda, de quien hay memoria en la Crónica del serenísimo rey don Juan II, cuyo título de vizconde de Huelma, hubo su hijo don Beltrán siendo mayordomo de este príncipe don Enrique, al cual le fue tan grato, que de su muy larga y liberal mano recibió muchas y crecidas mercedes y estados con los más honoríficos títulos y prerrogativas que los gloriosos reyes, sus progenitores, acostumbraban a dar, según escribe Hernando del Pulgar en su “Claros varones” diciendo que este príncipe amaba mucho a sus criados, dándoles y engrandeciéndoles, de manera que lo vino a hacer conde de Ledesma, estando en su villa de Madrid en el año 1.472″.

En lo que se refiere al también genealogista don Francisco Piferrer escribe que: “fue tan íntima y estrecha la privanza que tuvo don Beltrán con el referido rey don Enrique IV, que no sabiendo este como enaltecerle y ensalzarle, con la debida anuencia del Papa Pío II, le nombró maestre de la Orden de Santiago.

Prevenidos ya los grandes y los prelados contra don Enrique, por sus desórdenes y debilidad, acabaron de disgustarse con este nombramiento y era inminente una cruel guerra intestina si don Beltrán no hubiese, generosamente, renunciado a tan alta dignidad, no por cierto por miedo pues era el más valiente caballero de su tiempo”.

Ciertamente se lee que en el año 1.480, sostuvo cerca de Madrid, una justa contra todos los caballeros de la corte de Castilla, saliendo vencedor de cuantos osaron medir con él sus armas.

Don Beltrán renunció a ser maestre de Santiago buscando la paz y el orden en el reino. Y por eso, el rey don Enrique en recompensa a su abnegación, lo hizo duque de Alburquerque. Esto es cuanto sobre este personaje escriben los tratadistas citados.

Pero guardan silencio sobre el episodio más importante en la vida de este caballero. Un hecho que, por la trascendencia que tuvo en la historia de España no puede, ni debe, silenciarse: y nos estamos refiriendo al episodio conocido como aquel que se refiere a Juana “la Beltraneja”.

Al morir el rey Enrique IV, la sucesión en el trono correspondió en línea directa a su hija Juana. Fue una princesa desgraciada cuyo nombre va unido al ominoso apodo de “la Beltraneja”.

Jurada como heredera del trono por las Cortes en el año 1.462, muy pronto se convirtió en la víctima de la lucha entre el poder de la Corona y la ambición de determinados nobles, encabezados por Juan Pacheco, marqués de Villena y Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo.

Estos dos personajes, basándose en los rumores sobre una supuesta impotencia de Enrique IV, hicieron correr la especie de que la princesa Juana no era hija del rey, sino de los amores habidos entre Don Beltrán de la Cueva y la esposa del monarca, la reina Juana de Portugal.

Fue una acusación que no presentó prueba alguna de su veracidad, pero sí lo suficiente para que Juana fuera rechazada como bastarda lo que, de acuerdo a la opinión de aquella nobleza, aliada con el arzobispo Carrillo, impedía su subida al trono.

Causa cierto asombro pensar que, los nobles castellanos no habían tenido el menor empacho en reconocer como rey a un bastardo, comprobado que además alcanzaba la Corona de Castilla mediante el regicio al asesinar con su propia mano al legítimo soberano, el rey Pedro I. Ahora, rechazaban a una princesa bajo el pretexto de la bastardía, sin existir pruebas que avalasen tal acusación.

El rey Enrique IV, también es verdad que no estuvo a la altura de las circunstancias, se mostró titubeante, sobre todo si se tiene en cuenta la presión que, sobre él ejercieron los dos anteriores citados personajes, el marqués de Villena y el arzobispo Carrillo, que llegaron a alzarse en armas contra él, apoyando a su hermano, el infante Alfonso.

En 1.470, la princesa Juana fue rehabilitada en sus derechos por su padre, el rey Enrique IV, pero la muerte del monarca impidió que Juana se afianzase en el trono. Casada con Alfonso V, de Portugal, desencadenó una guerra civil, en la que resultó perdedora, Juana rechazó la proposición que se le hizo de separarse del portugués y casarse con el príncipe Juan hijo de los Reyes Católicos. Para resumir: acabó obligada a ingresar como monja en el convento de Santa Clara.

En toda esta historia, subyacía la envidia que la nobleza sentía hacia don Beltrán de la Cueva, por el favor que el rey Enrique le hacía. A resultas de ello, Juana pagó culpas que seguramente no tenía, ya que lo de la bastardía jamás pudo probarse, pasando a la historia como Juana “la Beltraneja”.

Este apellido que está íntimamente ligado con Cuevas, es decir tan sólo los separa la “s” final, cuenta entre sus miembros numerosos caballeros que se hicieron famosos por sus hazañas.

Entre ellos, se cuenta de uno que enfrentado a trece moros, no sólo no se atemorizó ante la superioridad numérica de sus adversarios, sino que los embistió con tan singular arrojo que hizo cundir el pánico entre los sarracenos, hasta el punto que los venció a todos, dándoles muerte.

Es por esto, que esta rama de la familia, lleva escudo distinto al de Cueva: se trata de escudo de plata, con trece roeles de gules, en memoria del igual número de moros que mató el caballero que citamos.

En lo que a don Beltrán de la Cueva se refiere, sus armas fueron: Escudo cortinado: lº y 2º; de oro, un palo o bastón de gules. 3º; de plata, un dragón de sinople en ademán de salir de una cueva. Bordura de gules y ocho aspas de oro.

Las armas que aquí damos como correspondientes a este apellido, en el que señala Avilés en su “Ciencia Heróica”, al indicar que corresponde a las de los duques de Alburquerque y son: Escudo de plata y un losange de gules cargado de un castillo de oro, cantonado de cuatro leones rampantes de gules.

La Estirpe de la casa Cueva Su origen, historia y hechos Según López de Haro, en su "Nobiliario Genealógico", el antiguo solar de esta familia fue en Castilla la Vieja, en la merindad de Campoo. Pero añade el citado tratadista, la más conocida de sus líneas, la más calificada y principal, fue indudablemente la que se estableció en Ubeda, cuando esta ciudad fue ganada a los moros de cuya línea procedió el famoso Beltrán de la Cueva, primer Duque de Alburquerque. "Fue -dice López de Haro- uno de los más privados caballeros que tuvo el serenísimo rey don Enrique IV, y el que más secretos supo de su pecho.
Don Beltrán de la Cueva, hijo de Diego Fernández de la Cueva, vizconde de Huelma, y de la Vizcondesa doña Mayor Alonso de Mercado, su mujer, vecinos y naturales de la ciudad de Ubeda, de quien hay memoria en la Crónica del serenísimo rey don Juan II, cuyo título de vizconde de Huelma, hubo su hijo don Beltrán siendo mayordomo de este príncipe don Enrique, al cual le fue tan grato, que de su muy larga y liberal mano recibió muchas y crecidas mercedes y estados con los más honoríficos títulos y prerrogativas que los gloriosos reyes, sus progenitores, acostumbraban a dar, según escribe Hernando del Pulgar en su "Claros varones" diciendo que este príncipe amaba mucho a sus criados, dándoles y engrandeciéndoles, de manera que lo vino a hacer conde de Ledesma, estando en su villa de Madrid en el año 1.472".
En lo que se refiere al también genealogista don Francisco Piferrer escribe que: "fue tan íntima y estrecha la privanza que tuvo don Beltrán con el referido rey don Enrique IV, que no sabiendo este como enaltecerle y ensalzarle, con la debida anuencia del Papa Pío II, le nombró maestre de la Orden de Santiago. Prevenidos ya los grandes y los prelados contra don Enrique, por sus desórdenes y debilidad, acabaron de disgustarse con este nombramiento y era inminente una cruel guerra intestina si don Beltrán no hubiese, generosamente, renunciado a tan alta dignidad, no por cierto por miedo pues era el más valiente caballero de su tiempo".
Ciertamente se lee que en el año 1.480, sostuvo cerca de Madrid, una justa contra todos los caballeros de la corte de Castilla, saliendo vencedor de cuantos osaron medir con él sus armas.
Don Beltrán renunció a ser maestre de Santiago buscando la paz y el orden en el reino. Y por eso, el rey don Enrique en recompensa a su abnegación, lo hizo duque de Alburquerque. Esto es cuanto sobre este personaje escriben los tratadistas citados. Pero guardan silencio sobre el episodio más importante en la vida de este caballero.
Un hecho que, por la trascendencia que tuvo en la historia de España no puede, ni debe, silenciarse: y nos estamos refiriendo al episodio conocido como aquel que se refiere a Juana "la Beltraneja". Al morir el rey Enrique IV, la sucesión en el trono correspondió en línea directa a su hija Juana. Fue una princesa desgraciada cuyo nombre va unido al ominoso apodo de "la Beltraneja".
Jurada como heredera del trono por las Cortes en el año 1.462, muy pronto se convirtió en la víctima de la lucha entre el poder de la Corona y la ambición de determinados nobles, encabezados por Juan Pacheco, marqués de Villena y Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo.
Estos dos personajes, basándose en los rumores sobre una supuesta impotencia de Enrique IV, hicieron correr la especie de que la princesa Juana no era hija del rey, sino de los amores habidos entre Don Beltrán de la Cueva y la esposa del monarca, la reina Juana de Portugal. Fue una acusación que no presentó prueba alguna de su veracidad, pero sí lo suficiente para que Juana fuera rechazada como bastarda lo que, de acuerdo a la opinión de aquella nobleza, aliada con el arzobispo Carrillo, impedía su subida al trono.
Causa cierto asombro pensar que, los nobles castellanos no habían tenido el menor empacho en reconocer como rey a un bastardo, comprobado que además alcanzaba la Corona de Castilla mediante el regicio al asesinar con su propia mano al legítimo soberano, el rey Pedro I.
Ahora, rechazaban a una princesa bajo el pretexto de la bastardía, sin existir pruebas que avalasen tal acusación.
El rey Enrique IV, también es verdad que no estuvo a la altura de las circunstancias, se mostró titubeante, sobre todo si se tiene en cuenta la presión que, sobre él ejercieron los dos anteriores citados personajes, el marqués de Villena y el arzobispo Carrillo, que llegaron a alzarse en armas contra él, apoyando a su hermano, el infante Alfonso.
En 1.470, la princesa Juana fue rehabilitada en sus derechos por su padre, el rey Enrique IV, pero la muerte del monarca impidió que Juana se afianzase en el trono. Casada con Alfonso V, de Portugal, desencadenó una guerra civil, en la que resultó perdedora, Juana rechazó la proposición que se le hizo de separarse del portugués y casarse con el príncipe Juan hijo de los Reyes Católicos.
Para resumir: acabó obligada a ingresar como monja en el convento de Santa Clara.
En toda esta historia, subyacía la envidia que la nobleza sentía hacia don Beltrán de la Cueva, por el favor que el rey Enrique le hacía.
A resultas de ello, Juana pagó culpas que seguramente no tenía, ya que lo de la bastardía jamás pudo probarse, pasando a la historia como Juana "la Beltraneja". Este apellido que está íntimamente ligado con Cuevas, es decir tan sólo los separa la "s" final, cuenta entre sus miembros numerosos caballeros que se hicieron famosos por sus hazañas.
Entre ellos, se cuenta de uno que enfrentado a trece moros, no sólo no se atemorizó ante la superioridad numérica de sus adversarios, sino que los embistió con tan singular arrojo que hizo cundir el pánico entre los sarracenos, hasta el punto que los venció a todos, dándoles muerte. Es por esto, que esta rama de la familia, lleva escudo distinto al de Cueva: se trata de escudo de plata, con trece roeles de gules, en memoria del igual número de moros que mató el caballero que citamos.


Escudo de Armas:
En lo que a don Beltrán de la Cueva se refiere, sus armas fueron: Escudo cortinado: lº y 2º; de oro, un palo o bastón de gules. 3º; de plata, un dragón de sinople en ademán de salir de una cueva. Bordura de gules y ocho aspas de oro.
Las armas que aquí damos como correspondientes a este apellido, en el que señala Avilés en su "Ciencia Heróica", al indicar que corresponde a las de los duques de Alburquerque y son: Escudo de plata y un losange de gules cargado de un castillo de oro, cantonado de cuatro leones rampantes de gules.

Me siento orgullosa de ser una CUEVA je! y no entiendo porque siempre confunden mi apellido con CUEVAS!con esta pagina vi que si es muy diferente U_U no nos confundan!

Yo como muchos les interesa saber que significa su nombre y sus apellidos y como dije estoy orgulloso de ser cueva

Escudo de Los Cueva:

Significado del Apellido Cueva

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